Materiales adicionales

Estado de la contaminación

Morán, Julieta
Morán, Julieta
O'Brien, Mery
O'Brien, Mery
O'Brien Mery
O'Brien Mery

Análisis de la población

Morán, Julieta
Morán, Julieta
Martinez Fondeville, Sol
Martinez Fondeville, Sol
Lucchesi, Sol
Lucchesi, Sol

Causa Mendoza, Villa Inflamable

Lucchesi, Sol
Lucchesi, Sol

Vivir en Villa Inflamable: entre la contaminación y la resistencia barrial .

Por Sol Martinez Fondeville.

Contaminación, salud y miedo crónico.

Villa Inflamable se ubica en el corazón del Polo Petroquímico de Dock Sud, Avellaneda, rodeada por el Riachuelo, el canal Dock Sud y una veintena de industrias consideradas de alto riesgo. El agua que corre por las napas y afluentes está clasificada con niveles de contaminación de 4,8 sobre 6 según el índice de Torrealba. Pero no es solo el agua: el aire y el suelo también están impregnados de plomo, hidrocarburos y residuos industriales.

Los efectos se sienten en los cuerpos. Según datos del Atlas del Conurbano (UNDAV, 2011), el 66,8% de la población no cuenta con ningún tipo de cobertura médica, y los relatos recogidos en entrevistas en profundidad relatan una escena repetida: colas desde la madrugada para conseguir uno de los diez turnos que se reparten por día en las salitas. Sin guardia permanente, sin pediatría garantizada, y con ambulancias que no entran de noche, los vecinos deben resolver urgencias con sus propios medios.

Educación que sostiene, pero no alcanza.

A pesar de las dificultades, el 95% de los niños de entre 6 y 12 años asiste a la escuela, y en los testimonios aparece una valoración positiva de las instituciones educativas del barrio. Sin embargo, la deserción crece en la adolescencia: entre los 13 y 17 años baja al 76%, y solo un 22% de los jóvenes de 18 a 24 años continúa estudiando. Muchos padres envían a sus hijos más pequeños a las escuelas no solo para que aprendan, sino porque allí pueden acceder a un plato de comida, a una libreta sanitaria o a contención.

Las lluvias suelen paralizar el barrio: calles anegadas, barro hasta la cintura y ausencia de infraestructura básica generan ausentismo escolar, según relatan los vecinos.

Trabajo informal y asistencia fragmentada.

En el 74% de los hogares, el ingreso más alto proviene de alguna actividad laboral, aunque más de la mitad de los trabajadores no tiene empleo registrado, no cuenta con obra social ni realiza aportes jubilatorios. Las changas, el cartonaje, los comercios en casa o el trabajo en cooperativas organizadas por el municipio son la norma. 

La AUH, si bien llega al 35,4% de los hogares con menores, es percibida más como una ayuda de subsistencia que como una política de inclusión.

Redes invisibles, ayuda que no se llama ayuda.

A pesar de la falta de presencia sostenida del Estado, la comunidad organiza su propia asistencia. Más del 25% de los hogares brinda ayuda directa a otros vecinos o familiares: prestan herramientas, cocinan para otros, reparten leche y medicamentos. Muchas veces, ni siquiera reconocen estas acciones como "ayuda". Lo hacen porque sí.

Por parte del Estado, las ayudas más reconocidas son la AUH, el Plan Más Vida (para leche infantil) y algunos programas municipales de entrega de agua potable. Sin embargo, el 48% de la población es considerada en "franca privación de derechos" según el índice RESPAL.

Miedo al desarraigo y orgullo de pertenecer.

La relocalización es un tema central. La mayoría de los entrevistados afirma que aceptaría mudarse "por los hijos", pero desconoce a dónde iría, si sería con sus vecinos o si podrá conservar su historia. El miedo al desarraigo se mezcla con el cansancio de vivir en condiciones indignas.

Frente a eso, emerge una identidad barrial fuerte. Muchos vecinos dicen con orgullo que crecieron allí, que lucharon por cada mejora, y que prefieren seguir organizados antes que ser trasladados como bultos. También narran experiencias de discriminación por declarar su domicilio en entrevistas laborales o trámites administrativos.

"Por mis hijos me iría, aunque viví toda la vida acá", dice una mujer. Otro agrega: "A veces digo que vivo en otro lado para que me den trabajo".

Ninguno de nosotros tenemos planes", dice una vecina, mientras enumera uno por uno los beneficios que recibe. Lo que falta no es la asistencia: es el reconocimiento de la dignidad que debería acompañarla.

Fuente: Atlas del Conurbano UNDAV (2011)

© 2025 UADE- 
Morán, Julieta  | Martinez Fondeville, Sol | Lucchesi, Sol | O'Brien, Mery

Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar